- Por Alfonso Molinare, Country Manager Ebury Chile.
La volatilidad de los mercados es una constante en el panorama económico global. Chile no es la excepción y su impacto se siente en el día a día de las empresas que comercian con el mundo. Esta inestabilidad, que particularmente se da en el tipo de cambio, genera una serie de desafíos que, si no se abordan estratégicamente, pueden erosionar los márgenes y beneficios de las empresas con el impacto que esto puede tener en crecimiento y acceso a financiamiento.
Basta con mirar la evolución del dólar este año para entender el desafío. Hemos visto fluctuaciones significativas que impactan directamente a muchas empresas en su rentabilidad y la planificación. Para nuestros importadores y exportadores, esta montaña rusa cambiaria no es una abstracción; es una realidad que castiga directamente sus resultados.
En primer lugar, disminuye la certidumbre de los flujos de caja. Para cualquier negocio, la previsibilidad de ingresos y egresos es fundamental para la operación y la toma de decisiones financieras y de negocio. Cuando las fluctuaciones son erráticas, estimar la liquidez se vuelve una gran tarea que genera incertidumbre y dificulta la gestión financiera básica.
Un importador que no sabe cuánto le costará en pesos su próximo pago a su proveedor, o un exportador que no puede prever el valor en pesos de sus ingresos de venta, enfrenta un riesgo financiero que puede afectar sus operaciones. Y si bien éstos no son los únicos dos factores, quizá el efecto más perjudicial en el mediano y largo plazo es su impacto en el apetito de las empresas para abrirse al mundo y crecer internacionalmente
Cuando el futuro es incierto, las empresas tienden a posponer decisiones de inversión, la adquisición de nuevas tecnologías o la exploración de nuevos mercados internacionales. Se prioriza la supervivencia a corto plazo sobre la visión de largo plazo, limitando el desarrollo y la competitividad en el escenario global.
¿Qué hacer frente a ello? Lo ideal es tener una política clara de gestión del riesgo de tipo de cambio. Eliminarlo es una tarea imposible, hay que tener una metodología para identificarlo, medirlo y mitigarlo según el apetito de riesgo de cada empresa. Esto requiere explorar instrumentos financieros y soluciones diseñadas para ello, que permitan a las empresas fijar un tipo de cambio para transacciones futuras, eliminando la incertidumbre y protegiendo sus márgenes.
Algunas de ellas como las coberturas selectivas, basadas en un análisis riguroso y no en la intuición, son las que realmente pueden preservar y generar valor. Es importante destacar que una política de gestión de riesgo cambiario debe ser acordada por todos los «stakeholders» clave de la empresa para ser implementada exitosamente.
La volatilidad es un desafío persistente, pero no insuperable. Las empresas que logren comprenderla y gestionarla activamente, se verán fortalecidas y mejor preparadas para el futuro. La clave está en pasar de una mentalidad reactiva a una proactiva, utilizando las herramientas disponibles para construir un camino de crecimiento sostenible.



