• Por Gabriela Jorquera, Research Manager | Customer Success en NielsenIQ Chile

Las marcas propias, también conocidas como “private labels”, han irrumpido tanto en el mercado chileno como en el resto del mundo. Según el estudio Chile 3D 2025, el 81% de los encuestados afirma haber comprado productos de marcas propias en el último año, y un 61% asegura que seguirá comprándolos en el futuro. A nivel global, más de la mitad de los consumidores declara que es probable que consuman más productos de marcas propias que antes, según datos de NielsenIQ (NIQ) global en 2025.

A diferencia de años anteriores, la compra de marcas propias se ha vuelto transversal a los distintos segmentos socioeconómicos, siendo los estratos medios altos-altos los que más afirman haber cambiado alguna de sus marcas tradicionales por una propia en el último tiempo.

Y aunque las marcas propias han estabilizado su crecimiento en el último año, hay razones para pensar que llegaron para quedarse. Al competir con precios mucho menores y con una calidad similar, han logrado generar pérdida en la sensibilidad al precio en los consumidores. La percepción de paridad entre ambas clases de marcas también ha impactado en el posicionamiento de las marcas tradicionales. Según datos del Chile 3D 2025, el 64% de los encuestados piensa que las marcas propias han mejorado su calidad en el último tiempo, un 57% afirma que son de muy buena calidad y un 54% que prefiere ciertas marcas propias sobre otras tradicionales del mercado.

Por otro lado, las marcas propias también han entrado a disputar espacio en la góndola, donde los retailers cada vez dan mayor importancia a su propio portafolio de marcas propias. Aunque un escenario más competitivo no necesariamente es negativo, sí plantea la necesidad de buscar estrategias que permitan a las marcas tradicionales no perder territorio y mantenerse visibles y vigentes, por ejemplo, a través de la promocionalidad.

Sin embargo, las marcas propias también enfrentan desafíos, especialmente en un contexto donde las tradicionales han ido recobrando terreno. Las marcas tradicionales generan mayor lealtad con sus consumidores apelando a la trayectoria y la confianza, cualidades que son más complejas de alcanzar para las marcas propias.

En este punto, existe una oportunidad para las marcas tradicionales en segmentos más jóvenes, ya que los Gen Z (20%) y los Millennials (20%) son los que, en mayor medida, expresan que nunca comprarían productos de marcas propias. En el caso de los Gen Z, las principales razones para no hacerlo son que prefieren comprar marcas reconocidas (28%) y que las marcas propias no se encuentran en todas partes (26%). Mientras que en los Millennials, los motivos más relevantes son la lealtad a sus marcas de siempre (27%) y malas experiencias previas (26%). Apelar a cierta deseabilidad en el caso de los Gen Z y a la lealtad y la nostalgia en los Millennials puede ser clave para enfrentarse al mundo de las “private labels”.

Por otro lado, las marcas tradicionales también tienen la ventaja de estar disponibles en más canales de venta y no quedar relegadas a retailers específicos, lo que les ayuda a fortalecer su presencia y alcance entre los consumidores.

En conclusión, las marcas propias han demostrado ser una fuerza disruptiva en el mercado, ganando terreno y fidelidad entre los consumidores de diversos segmentos socioeconómicos. Aunque enfrentan desafíos, su capacidad para ofrecer calidad a precios competitivos les asegura un lugar en el futuro del retail. Las marcas tradicionales, por su parte, deben adaptarse y encontrar nuevas formas de conectar con los consumidores, especialmente los más jóvenes, para mantener su relevancia. La competencia entre marcas propias y tradicionales no solo beneficia a los consumidores con más opciones, sino que también impulsa la innovación y la mejora continua en el mercado.

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